Estos edificios de gran sencillez arquitectónica son fácilmente apreciables en la zona norte de Campo Arañuelo, debido a que se encuentran diseminados entre las innumerables plantaciones de tabaco que albergan las vegas del río Tiétar.
Construidos en dos o tres alturas, su estructura está llena de oquedades, ante la ausencia de múltiples ladrillos que, deliberadamente, se omitieron durante su construcción. Esto es debido a que su misión de antaño fue la de ofrecer un entorno cubierto y bien ventilado, para facilitar el proceso de secado de la planta del tabaco.
“Actualmente en desuso, estas construcciones forman ya parte del entorno, ofreciéndose como coprotagonistas de increíbles fotografías, que están al nivel de las más bellas postales.”
Las nuevas necesidades de la industria tabaquera provocaron el abandono de esta forma de procesado y, en consecuencia, de los secaderos. No obstante, algunos de estos edificios se niegan a renunciar a su papel principal en el entorno, a través de iniciativas de reconversión, ofreciéndose al turista como encantadores alojamientos, donde poder descansar después de una larga jornada de disfrute por la Puerta de Extremadura.