En la margen derecha del río Tajo, coincidiendo con el término municipal de Berrocalejo, se encuentra un hermoso paraje conocido como el ribero del Peñaflor.

Se trata este de un espacio de gran valor natural y paisajístico, enclavado en las colas del pantano de Valdecañas y cuyo estandarte es la impresionante atalaya rocosa conocida como Peñaflor; una formación granítica de gran elevación sobre el terreno y cuya importancia histórica no es menor.

Tumba visigoda excavada en la roca.

«Un espacio ubicado en plena naturaleza, que esconde los restos de nuestro pasado»

La zona fue ocupada en la antigüedad por los vetones, quienes nos legaron los famosos berracos de piedra que de cuando en cuando aparecen por las inmediaciones. Con posterioridad se instaló junto a la peña una pequeña población de hispano-romanos, la cual emplearon como atalaya para vigilar el paso sobre el puente romano que se situaba siguiendo la calzada que unía Augustóbriga (Talavera la Vieja) con Caesaróbriga (Talavera de la Reina).

Con las invasiones islámicas, el control y defensa de esta atalaya reviste de una importancia estratégica de primer orden, a fin de garantizar la defensa de los territorios al norte del río Tajo, cuando este era el elemento fronterizo de mayor importancia (siglos XII y XIII).

Prueba de estas ocupaciones son los castros que pueden encontrarse en las proximidades del Peñaflor, así como algunas sepulturas en la roca.

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